Creo firmemente que todos los proyectos en los que te embarcas en la vida tienen algo especial, un motivo, que puede ser premeditado o no pero que siempre desencadena otras cosas. Cada joya que hago es un proyecto en el que intento poner lo mejor de mí para que la persona que lo encarga vea materializada su idea y su ilusión. No hay proyectos más importantes que otros pero sí más trascendentales y es el caso de éste.
Cuando mi amigo David me dijo «voy a pedirle a María que se case conmigo y quiero que tú hagas el anillo» me recorrió por el cuerpo una sensación que no podría describir fácilmente. Una mezcla de emociones: miedo, responsabilidad, felicidad, agradecimiento… En la que por supuesto lo que más predominaba era la felicidad. Por un lado, porque mi amigo había tomado la decisión de casarse con una chica maravillosa, por otro, porque iba a participar de ese momento de una forma muy especial.
- Esta bonita estampa de Nueva York fue el sitio elegido por David para pedirle matrimonio a María
Una vez pasado «el subidón», me puse a pensar con calma en el diseño y a recabar para ello toda la info que necesitaba. Como no podía ser de otra forma, la piedra elegida era el diamante. El metal, el oro blanco. El diseño estaba a mi cargo, pero al menos tuve una información muy importante dentro de este punto y fue saber que a María no le gustan mucho los solitarios.
Con todos estos datos, David y yo cerramos un presupuesto y me puse a trabajar.
Una vez alguien me dijo «eres una mujer muy grande en un cuerpo muy pequeño» y voy a usar esta misma frase para hablar de María
Parece una muñequita, tamaño mini, así que con esas manos y dedos había que decantarse por una pieza discreta y a la vez
elegante y especial. Entre esto y que los solitarios estaban vetados, ¡el reto era aún mayor! pero después de tener en mente un par de opciones, finalmente me decanté por ésta. Igual está mal decirlo, pero… ¡No me puede gustar más!
- Y aquí está el anillo de pedida, una pieza única y hecha a mano, de oro blanco y con tres diamantes en dos tamaños
- Muy feliz de formar parte de esta historia en la que una italiana se lía la manta a la cabeza y acaba en Gran Canaria, donde se casará el próximo julio
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