Falta poco para que llegue uno de esos días polémicos del año. De esos que no dejan indiferente a la mayoría de la gente. Y es que el día de San Valentín normalmente o te gusta o lo aborreces, pero no pasa por debajo de la mesa sin pena ni gloria.

¿Amor o negocio? la gran pregunta. Sin duda creo que es más bien lo segundo y que el amor se debe celebrar y cuidar todos los días, pero lo cierto es que tampoco sienta mal que los canales de TV nos dediquen comedias románticas e historias para siempre o que las emisoras de radio obsequien a sus oyentes con temas de toda la vida que te ponen los pelos de punta o que las empresas muestren su creatividad con regalos o servicios diferentes.

Reconozco que este año me han llamado la atención y me han sabido sacar una sonrisa las iniciativas de Starbucks y Renfe

Y las joyas son, por supuesto, un regalo recurrente en este día. Las marcas de joyería crean piezas especiales con firma «colección San Valentín». Y dentro de todo este negocio y concepto superficial para muchos, mi lectura positiva es que la joya tiene algo que el resto de cosas materiales difícilmente consiguen: la eternidad y el valor.

Las joyas no pierden valor con el paso del tiempo, ofrecen eternidad a su portador. Justamente el ideal que todos tenemos del amor, ¿o no? algo que perdure y que a medida que pasa el tiempo, sea cada vez más valioso.

Pulsera de plata envejecida con forma de corazón y piedra Lapislázuli. Correa de cuero rojo. Diseño y creación eme jewels. Foto Kike Miranda

eme jewels aporta para la causa esta pulsera que se puede adaptar como collar.

¿Por qué lapislázuli? esta piedra semipreciosa, que se encuentra principalmente en Afganistán, tiene muchísimas propiedades pero se conoce principalmente como la piedra de la Comunicación. Y si realmente hay algo que escasea en nuestro tiempo y que creo que se debería regalar sería un poquito de Comunicación, uno de los bienes más preciados del siglo XXI :)

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